El Hombre Almohada de Martin McDonagh

Escribo con la urgencia de contar una experiencia, de ser capaz de trasladar al menor lgunas de las sensaciones que me ha creado esta terrible y magistral obra de teatro, de apurar a quien lo lea para que no se pierda esta pieza que sólo unos días ( es lógico: los puñetazs no encuentran fáciles acomodos en la cartelera ) estará en la Sala Pequeña del Teatro Español de Madrid.
McDonagh ya nos había regalado La Reina de la Belleza de Lamerme, una pieza sobre la ansiedad y la locura que navehaba entre la poesía y una crueldad que cortaba como filas de cuchillo una narración más o menos cotidiana. La crueldad aquí se multiplica y es que el autor habla aquí del maltrato a la infancia , llevándola hasta extremos difícilmente soportables porque, viene a decirnos, con eso no se juega.
El Hombre Almohada habla del dolor y de la inocencia.
Del dolor que se infringe y del que se recibe. Del que nos enquistan y va creando dentro otras capas de dolor que a veces se escupen en cuentos crueles de ambigua influencia y otras en aseinats , torturas, en definitiva , en más dolor. Ese dolor que vacía y va creando una sociedad enferma en la que todos de alguna manera somos culpables al tiempo que víctimas, porque también nosotros fuimos niños , también nosotros sufrimos sin entender porque.
Y de la inocencia que hace que se vivan y se cuenten los cuentos, que cree historias mágicas , que quizás necesitamos, necesitan , para habitar un mundo mejor o que es un forma desesperada de expresar secretos que aterra decir en voz alta.Una inocencia capaz de confundir un cerdito con una crucifiión porque al final todos son cuentos.
A medida que avanzas en el recuerdo, esta pieza va desgranando nuevos significados, puertas que nos ofrecen nuevos caminos de reflexió, tan duros que asustan.
En su estructura es perfecta. Con base de thriller está perfectamente medida en su misterio y en su desarrollo , y el lenguaje es precioso, de una poesía ligera prendida en la imaginación , porque cada uno de los pequeños relatos que jalonan la historia y nos guían por su devenir, es en si misma una equeña obra maestra de precisión y lucidez.
McDonagh no propone soluciones , no da falsas pistas aunque el cerdito verde frente al enterramiento, sea un yayo de luz . Despues hay un disparo. El sólo cuenta y nos pone la realidad a dos palmos de los ojos.

Público.

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