ALEKSANDRA de Sokurov

Creo que hay obras ( bien sean películas, libros, teatro, música ... ) que sustituyen un modelo narrativo tradicional por la creación de sensaciones. El riesgo de una apuesta sutil y subjetiva es que llegue o no, y lo dependiente que puede estar del estado de ánimo o las circunstancias personales de cada uno.
Esta es una de esas obras. Y mi percepción se funde en este cuadro marrón, de color y aroma a esa tierra que vemos tantas veces pisar a lo largo de su metraje, esa tierra castigada por lo absurdo de una guerra que ya ha perdido su horizonte convirtiendo la retaguardia en una forma de vida , sobre todo para esos soldados jóvenes casi niños , que parecen no haber conocido otra cosa.
Alexandra es la sabiduria de la vejez, capaz de romper barreras, capaz de observar y siempre transmisora de una paz y una fuente de amor que se refleja en esos paseos fantasma por el campamento bajo las ansiosas miradas de los soldados.
Pero incluso esa sabiduría, capaz de entristecerse ante ese horror, es humana y puede morir de soledad. También ella necesita alguien a su lado.
Junto con una constante tónica de susurros, sin altibajos, Sokurov crea escenas memorables : la visita a la casa de la anciana, la escena en brazos de su nieto como una joven amante, la trenza y ese paseo a la estación de las cuatro mujeres.
Aleksandra es triste, la guerra lo es. Pero existe.

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