LA OMISION DE LA FAMILIA COLEMAN

Acudí ayer al teatro. Con todas las recomendaciones del mundo, La Familia Coleman parecía una apuesta segura. Además , las entradas se habían agotado para todas las representaciones ( ¡ que satisfacción para los que deseamos que se llenen los teatros!! cuando uno sí tiene entradas, claro ).
Ayer acudí al teatro y lo que vi superó con mucho mis expectativas.
La Sala Pequeña del Teatro Español se ha convertido en un lugar especial, íntimo y con una programación muy interesante. El escenario nos recibe con dos personajes algo estrafalarios durmiendo en un sofá y varios elementos desconcertados.
Comienza el desarrollo de la obra con un lenguaje corto, contundente, violento y demediado, que nos lleva a recordar al teatro del absurdo. Ya aquí nos llama la atención la coordinación del conjunto en movimientos y palabras que encaja como un mecanismo de relojería pero trasladando siempre la naturalidad de ación / consecuencia; este ritmo se mantendrá perfecto durante la hora y cuarenta minutos que dura la representación.
Y poco a poco vamos entrando en una familia desetructurada y violenta , preparados para asistir a su demolición. Y vamos recibiendo sus emociones, sus miserías, sus miedos y sus ansiedades. Tristeza, sí, pero siempre con el aliento de la carcajada; un drama vestido de comedia o una comedia vestida de drama.
No puedo recordar un sólo momento en que mis sentidos no estuviesen absolutamente abducidos por lo que estaba ocurriendo en las tablas.
Capítulo especial merece la interpretación: que buenos son los actores argentinos cuando son buenos ( supongo que también los habrá malos pero no llegan aquí ); he leido que esta pieza tiene grandes dosis de ejercicio de improvisación de actores y posiblemente esto les vincule más, no lo sé, pero es imposible pensar en unos rostros o voces diferentes, imposible pensar que no sean ellos. No voy a citar a ninguno, o quizás nos lo podemos permitir con la Meme de Miriam Odorico o el Marito de Lautaro Perotti, pero ninguno, ninguno, es sustituible.
Claudio Tolcachir, un hombre capaz de coordinar estos ejercicios, convertirlos en texto, dirigirlos..... yo ya lo escribo con mayúsculas en mi memoria.
La Omisión de la Familia Coleman es sin duda uno de los grandes acontecimientos teatrales actuales. Perfecta, humana, lúcida, minuciosa y veraz.
No hay entradas. Compensa la reventa, de verdad.

Público

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