KENJI MIZOGUCHI

Siempre me maravillaron los artistas de la sencillez , aquellos que son capaces de transmitir sentimientos y pasión sólo con la realidad y , obviamente sólo en apariencia , su total ausencia. Supongo que lo que voy a decir ahora no puede sonar más que naif pero siempre los he considerado humildes , o tan inteligentes , tan capaces , que no necesitaban ser soberbios. Seguramente están dotados de un don , que a lo mejor no es más que el de saber mirar y escuchar , y contar centrándose en la historia que se pretende dar a conocer y en sus personajes , sin más.
Englobo en esta categoría , en lo que a cine se refiere , a tres ejemplos a los que adoro, John Ford, John Huston y Akira Kurosawa , pero habría muchos más.
Hace un año descubrí a Kenji Mizoguchi a través de una colección de cinco de sus películas . Estas eran La Señorita Oyu de 1951, El Intendente Sansho, La Mujer Crucificada y Los Amantes Crucificados , las tres de 1954 y La Calle de la Verguenza de 1956. Desde el principio tuve la sensación de que estaba ante otro de esos artistas, las cinco me parecieron absolutamente fantásticas.
Este fin de semana he disfrutado La Emperatriz Yang Kwei ( 1955 ) , la única en color, lo que añade información sobre su dominio de la belleza en la pantalla.
Mizoguchi me parece absolutamente moderno; da igual que hayan transcurrido más de cincuenta años , sus obras son imperecederas.
En primer lugar sorprende la sencillez narrativa en unas tramas de una compleja hondura psicológica y que desarrollan relaciones , sobre todo en La Emperatriz , de envergadura casi shakespereana. Su sensibilidad a la hora de profundizar en sus personajes , fundamentalmente femeninos, nos trasladan a un autor que se ha preocupado de conocer al ser humano sin filtros propios , sin prejuicios . Y el resultado son estas narraciones , dolientes en la mayoría de los casos , no sólo por su contenido sino , sobre todo, por su sinceridad.
Aun tengo mucho que descubrir en este ¿ buen hombre? , sí, estoy seguro que lo era.
Animo, todavía quedan tantas cosas que pueden llegar a sorprendernos , y muchas de ellas duermen en el pasado.

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