China. 2009
Interpretes: Liu Ye- Hideo Nakazumi- Fan Wei- John Paisley- Gao Yuanyuan- Yuko Mayamoto
Duración: 139 minutos
No entiendo el odio perpetuo , el odio colectivo, cruel, generalizado. Puedo llegar a comprender una venganza sórdida, dolorosa, iraccional... pero no esa furia cuyo objetivo es colectivo y cuya demencia no conoce límites.
Sin embargo la historia nos enseña que , lamentablemente, el ser humano llega en ocasiones a convertirse en un ente irreconocible en su capacidad para desvincularse del daño que causa.
El cine ha sido en muchas ocasiones testimonio de masacres , friso para el recuerdo o , mejor dicho, para el "no olvido".
Así , el holocausto nazi o guerras como la de Vietnam se han convertido ya en géneros en si mismos y tragedias como la de Chatilla o Rwanda saltaron al conocimiento general en parte gracias a films que reconstruían en horror.
La invasión japonesa de China y, en general, su participación en la Segunda Guerra Mundial, ha sido tratada con cierta oscuridad , incluso con un punto de idealización en cintas como Cartas Desde Iwo Jiva de Eastwood.
Posiblemente , esto hace de Ciudad de Vida y Muerte una obra necesaria y , desde esa visión , la opción elegida por el director es la más correcta.
Y es que Lu Chuan nos hace transitar por el infierno , donde en un extremo existe la crueldad y en otro la más absoluta desesperanza.
Una crueldad que parece surgir del miedo que también sufren los soldados japoneses ( obvio en la entrada en la iglesia y la petición de refuerzos ) pero que pronto se ensaña en si misma , llegando a límites de dominación casi insoportables.
No hace falta más para identificarnos totalmente con los perdedores y comprender toda su angustia. Y por supuesto preguntarnos como un ser humano puede llegar a esos extremos.
Se ha criticado , en la segunda parte del film, la personalización de los conflictos en personajes tal vez algo arqueotípicos . A mi me sirven como referente para poder transitar por las ruinas de Nanking y considero que en ningún caso empañan.
Ante un contenido así, puede sonar frívolo hablar del continente , pero no sería justo con su director no mencionar las virtudes que convierten Ciudad de Vida y Muerte en una obra sólida, grande , soberbia.
Hacía tiempo que no veía movimientos de masas tan bien controlados , interelacionados perfectamente con la individualidad . El cine bélico, a veces confuso, tiene aquí una claridad narrativa que permite seguir los combates sin perder los puntos de vista . Y la fotografía , ese blanco y negro lastrado de periodismo, convierte en cuadros cada fotograma.
Escenas como las manos blancas que se alzan en la iglesia o el desfile/ baile de celebración entre las ruinas tardarán en borrarse.
Como deben de tardar , aunque duelan , los testimonios de aquellos que sufrieron esta realidad.
Para que nunca se repita.
Público
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