NOVELA: PLAGA DE PALOMAS de Louise Erdrich



Editorial Siruela
380 páginas

Siento especial atracción por la novela clásica norteamericana y sus múltiples herederos; me refiero fundamentalmente a escritores como Steinbeck o Faulkner, narradores plurales, siempre con el empeño de trazar un mapa humano de su enorme país en toda su complejidad, tanto demográfica como psicológica.
Me sobrecoge la densidad casi bíblica de sus historias y ese poso de las fuentes más tradicionales que siempre les otorga un aire de cuento trágico, de parábola.
Son narraciones de culpas pretéritas, de pecados que siempre terminan cobrando su penitencia, de ambiciones , de destinos, de manchas que se extienden a lo largo de generaciones, pasando a formar parte de los prados, de las montañas-
Me resulta imposible no contemplar hoy los EEUU como el fruto de aquellos hombre y mujeres que trasladaron tantas veces los conflictos de las tragedias griegas a tiempos anacrónicos, por concentrar en pocos siglos de historia lo que en otros continentes eran culturas remotas. Seguramente alguien podría hacer un estudio verdadero sobre los efectos de esa disfunción.
Erdrich apunta en esta novela, la primera suya que conozco, todos los lugares de esta literatura: a partir de un hecho terrible, se construyen una pluralidad de historias que se van extendiendo a su alrededor como las ondas sobre el agua, unas veces acercándose, otras más lejos, pero siempre con la sensación de que los herederos de sus protagonistas han quedado de algún modo vinculados para siempre en esa tela de araña.
Al mismo tiempo, y en un espacio temporal largo, traslada el devenir de un territorio que, de alguna manera, puede ser reflejo de una realidad y una historia más amplia.
La escritora es de origen indio y esta singularidad tiene en su narración la misma importancia que el factor afroamericano tiene en la obra de Toni Morrison, y , también como en aquella, le otorga cierto aire mágico, posiblemente fruto de civilizaciones de algún modo perdidas, que contrastan con la prosaica crónica.
El resultado es apasionante, cautivador y viene a sumarse a una corriente que ha dejado en el pasado muchas grandes obras, con un aire renovado capaz de extraer lo mejor de los parámetros clásicos y seguir haciéndolos actuales.
Una excelente novela que suena a cuentos de hoguera, a fin de cuentas fueron los primeros en contarse.
Público

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