Rafael spregelbuld. Daniel Araoz
Pocas películas con un simbolismo estético más claro: comienza con la apertura de un hueco en una pared y termina con el enladrillado de la última abertura.
Esto la convierte en una especie de fábula contemporanea, transparente en sus mensajes no sólo gracias a su guión sino también a un dibujo cinematográfico de ejercicio de caligrafia con el que sus directores van componiendo pieza a pieza un conjunto casi redondo.
En el centro, esa necesidad de no ser vistos como somos, de que nadie pueda acceder más que a una fachada de diseño, creada de tal manera que incluso nosotros llegamos a creernos que es lo real.
Y así tenemos la patética farsa de un hombre anuncio, y la triste tragedia de otro que sólo busca un poco de sol. .
De vez en cuando, el cine argentino nos regala, con algún retraso, sorpresas que parece tener guardadas en un cajón, así conocimos Nueve Reinas y todo lo que trajo. El Hombre de al Lado puede ser también el germen de mucho, en especial por ese excelente actor que es Daniel Araoz, bienvenido sea.
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