TEATRO: TIO VANIA de Anton Chejov

Compañía L'Om Imprebis
Director - Santiago Sánchez
Sandro Cordero. Rosana Pastor. Vicente Cuesta. Carles Montoliu. Xus Romero. Paca Ojea. Carles Castillo. Carmen Arévalo.

Con Chejov no es necesario hacer nada , sólo escucharle.
Dejarle que nos muestre la vida.
He leido en algún sitio que en sus obras no pasa nada , ¿ nada ?, nunca he asistido a un recorrido interior tan apasionante en el alma de personajes como en sus obras ; nunca he contemplado un dibujo tan preciso y tan plagado de matices , capaz de trasladar los cambiantes estados de ánimo del ser humano, las sencillas alegrías, la angustia, los miedos, y , en definitiva, la falta de orientación ante la existencia.
Santiago Sánchez parece compartir mi idea , y su pulcra versión de esta joya , quizás una de las piezas teatrales más tristes que nunca se hayan escrito, es sencilla, tranquila , respetuosa. Y funciona trasladándonos todo su contenido.
Quizás pueda achacarse a la versión haber trabajado en un acercamiento de la trama , haciendo algunos pasajes más obvios ; a ese acercamiento contribuye una interpretación directa, con un Vania tal vez más joven de lo preciso pero en el que Sandro Cordero consigue trasladar el impreciso límite entre la risa y el llanto cuando es uno mismo el que genera ambos; el resto es homogeneo, destacando  a Vicente Cuesta en un papel que siempre me ha parecido muy difícil. Personalmente tengo debilidad por el personaje de Helena , me parece que es una composición única de la fragilidad del ser humano que se sabe condenado precisamente por los dones que le ha otorgado la vida ; no imaginaba en él a Rosana Pastor y sin embargo ha conseguido conmoverme desde su preciosa imagen y su hermosa voz; creo que en esta versión su tiempo es mayor, gracias a ella , no es malo.
Si tuviese que ponerle alguna pega a la adaptación sería que , el encadenamiento de las escenas, no me transmite el paso del tiempo, algo muy importante en Chejov , pero en el conjunto no me importa.
Queda una representación delicada, tamizada con una maravillosa luz y acompañada de precisos apuntes musicales, que sólo necesita un fondo algo abstracto y unos pocos muebles para mostrarnos la sabiduría de su autor y poner sobre la mesa esas preguntas que tanto miedo da plantearse : ¿ somos dueños de nuestras propias vidas ? ¿ merecen estas la pena ? ¿ hay que seguir luchando ?.
Y ocho personajes que se hacen tan reales que no podemos evitar salir con la duda de si no está, en ocasiones , hablando de nosotros mismos.
A Chejov sólo hace falta escucharle , y él nos hace comprender que , en un mundo donde existen los desheredados, dejar que se escape un sólo día de felicidad será un pecado inperdonable para los que tenemos la suerte de vivir.

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