CINE: SUEÑO Y SILENCIO de Jaume Rosales

España 2013
Yolanda Galocha. Oriol Roselló. Jaume Terradas. Laura Latorre. Miquel Barcelo

Dentro del cine actual, Rosales es un francotirador. Un autor único.
Cada una de sus películas es una propuesta en si misma, una obra con sus propios códigos. Cerrada. Absolutamente coherente en el riesgo que asume, tanto en lo formal como en el contenido.
Consigue algo tan difícil como no parecerse a nadie, ni siquiera a si mismo, si no es por su capacidad para experimentar.
El público de su cine, también tiene que asumir su singularidad y estar dispuesto a enfrentarse a experiencias sensoriales e intelectuales únicas pero que siempre van a suponer un reto.
A cambio, recibirá un espacio abierto y sugerente, donde poder construir su propia visión, personalizando esa experiencia a través de caminos que el autor deja siempre abiertos.
Creo que Sueño y Silencio es su película más conseguida.
Me resulta muy complicado trasladar todas las sensaciones que me produce y puedo ir poco más allá de lo descriptivo, pero sirva como premisa decir que, partiendo como siempre de la captación de lo cotidiano, de esa obsesión que parece reconocer su autor, consigue esta vez otorgar a sus personajes y a su historia un delicado nivel de espiritualidad. Que maestría hace falta para tejer un hilo tan fino que apenas se ve y llevarnos sobre él sin saber si navegamos entre la realidad o el sueño.
Que sabiduría para trasladar el vacío, para no aburrir en lo que en manos de otro sería la nada.
Quizás el prólogo y el epílogo de Barcelo, tengan como objetivo otorgar una dimensión mítica o primitiva al relato. O tal vez sea sólo una acertada decisión estética.
Porque lo que si he percibido es que Sueño y Silencio es más cine que ningún otro Rosales. La cámara es la que manda, la que decide, a través de escenas cortas, como introducirnos en este universo doméstico, también la que nos hurta cualquier atisbo de melodramatismo; la que a veces acosa a sus personajes en potentes primeros planos y otras veces decide huir de donde se encuentran, dejando solamente el sonido de sus voces; la que incrusta hermosos y caprichosos minutos que sirven de descanso. En definitiva, es la cámara la que decide como contar la historia, y la que la cuenta.Siempre presente, especialmente, casi un personaje más, en el paseo final por el parque.
Todo ello con un blanco y negro preciso, con textura, y un equipo de actores ( ¿ no profesionales? ) en el que es difícil no destacar la verdad de Yolanda Galocha.
No sé que puede ofrecernos Rosales a partir de ahora.
Aquí yo he percibido emoción, la serenidad de contemplar la vida, belleza y mucho amor a las imágenes.
Para mi Sueño y Silencio es posiblemente una de las películas más fascinantes que he visto este año.

Público

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