NOVELA: LIBERACION de Sandor Marai

Salamandra
158 páginas

Marai es un cronista preciso y denso de una época, capaz de fusionar exterior e interior, con la profundidad de la sabiduría y la belleza serena de la buena literatura; capaz de trasladarnos en todas sus novelas la desazón de un ser humano superado posiblemente por la historia, por las convenciones y un futuro incierto; personas que nunca se rebajan al nivel de personajes y que por eso viven, sin querer engañarse con falsos paraísos.
No hay que olvidar que el autor fue un exiliado cuya obra casi se enterró en el olvido, y que terminó suicidándose a los ochenta y nueve años, cuando muchos se limitarían a esperar un final que no tendría que tardar en llegar, es decir, que no parece un optimista.
Pero aunque no se comparta su visión del mundo, es difícil dejar de admirar su capacidad de observarlo y ponerlo en papel.
Con todo ello, no recuerdo que ninguna de sus novelas me haya dejado una sensación tan trágica como Liberación, ni que al mismo tiempo me parezca tan universal y , lo digo ya, me haya parecido tan perfecta ( me cuesta utilizar el verbo gustar para una narración tan dura ).
Estamos en una Hungría invadida por los alemanes a la espera de la llegada de los bolcheviques. Hay tres partes diferenciadas en el relato: en la primera, la protagonista, todavía en el exterior, hace lo posible por proteger a su padre perseguido, vienen después los días del asedio en un sótano, con más de cien personas; la conclusión nos lleva al presunto rescate por la aparición de un soldado ruso y la salida.
A pesar de la premura con la que, según se recoge al final de la misma, ha sido escrito este libro, no creo que la sensación de desconcierto y confusión que impregna el relato y en el que cuesta entrar, no sea buscada; así el autor traslada, entre otras cosas, la falta de linealidad y coherencia de la guerra.
Una vez que asumimos esa dificultad, podemos identificarnos totalmente con el personaje central y acompañarla en su descenso a los infiernos, un lugar donde se consigue que incluso la añorada libertad  pierda su valor.
Porque pocas veces se ha sido tan contundente contra la guerra. Y pocas veces se ha demostrado de una forma tan obvia que sólo existen vencidos.
Lo que podía ser un relato estático, circular, está plagado de pequeños detalles, de un ritmo matizado que siempre avanza, que da contundencia a las sombras, que convierte el miedo en alguien.
Sandor Marai comprendió pronto que a Hungría le esperaban largos años de dolor. Contarlo le costó el olvido. Pero hay injusticias que siempre se pueden enmendar. Cualquiera capaz de un grito como el que supone Liberación, merece un lugar en el sol.

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