CINE: EL MUERTO Y SER FELIZ de Javier Rebollo

España/ Argentina 2012
José Sacristán. Roxana Blanco. Jorge Jellinek. Lisa Caligaris. Valeria Alonso. Carlos Lecuona

Este mes de enero se está convirtiendo en una maravillosa pesadilla para los amantes del cine: a la situación pre Oscar habitual en estas fechas, se suma la coincidencia de otros estrenos.
Así, en el plazo de quince días, han aterrizado o están a punto de aterrizar en nuestras carteleras, The Master y La Noche Más Oscura junto con Amor de Haneke, el Lincoln de Spielberg o el último Tarantino, así como manjares del tipo de Tabú de Gomes.
De acuerdo, una gozada, pero también un peligro para pequeñas obras como esta cinta de Rebollo.
Sería una pena que en las pantallas y en los medios de comunicación no quede espacio para dedicarle a una de las películas más sugerentes, originales y conseguidas de esta temporada. Para mayor satisfacción, es española.
De las dos piezas anteriores de Rebollo, sólo conozco La Mujer sin Piano, una sorpresa fantástica, una historia hermosa y cerrada como un cactus pero a la que un giro casi al final, abría como una orquídea, una intriga o un cuento nocturno con la magia de lo cotidiano; también alto nivel de riesgo y un lenguaje muy personal.
Me gustaría pensar que el director se siente más cómodo, que ha comprendido que había conseguido el nivel de éxito que pueden conseguir propuestas tan radicales, y como consecuencia, esta tercera obra, aun más avanzada, la ha afrontado con humor, un humor que se traduce a sus fotogramas.
Así, se atreve a un ejercicio de alquimia cultural, capaz de agrupar muchísimos referentes y pervertirlos para hacerlos suyos:
Por una parte, está el cine clásico americano, John Ford y dos que cabalgan juntos, el género de la road movie, el personaje del asesino a sueldo crepuscular.
Por otro, ese personaje, enlazando con el noir francés, se enzarza en una forma de contar anárquica e interior que remite a Europa.
Todo esto, sirve de base a una historia abierta, sin una dirección aparente pero cargada de pequeños retazos que sí se van cerrando, como perlas ( el dueto con la enfermera, Alejandra, la historia de los perros... ) ; la sitúa en paisajes que basculan entre lo inhóspito y lo colorista, entre el cuento y la viñeta, entre el hiperrealismo turístico y el sueño.
En general es tanto lo que nos da que es mucho lo que podemos construir, siendo el público parte constitutiva. Llego a dudar , no ya de que cada uno podamos tener nuestra propia película, sino de que cada uno podemos tener mil películas dentro de esta .
Sin embargo , personalmente, lo que me atrapa desde el inicio, es la forma que tiene Rebollo de contarla, por su decisión de convertir la voz en off en un personaje omnipresente, que no siempre coincide con las imágenes y otras las comenta o complementa, por su caligrafía de espacios y personas, de gestos y paradas.
Si ya el contenido era singular, la forma la convierte en única. Llegamos a tener la sensación de que la obra se está gestando ante nuestros ojos.
Y lo más sorprendente es que una apuesta así de radical, consigue una extraña agilidad y generar momentos absolutos de emoción.
El Muerto y Ser Feliz, puede ser un viaje a ninguna parte, una primorosa historia de amor, la traslación de una leyenda o la génesis de un mito. También un relato en palabras o un relato en imágenes, una película disfrazada de novela o una novela disfrazada de película. Y muchas cosas más, entre ellas un recital de interpretación de un Sacristan en estado de gracia.
Pero , por encima de todo, vuelvo al inicio: para mi lo que es ,es una de las narraciones cinematográficas más apasionantes de los últimos tiempos. Dotada de una riqueza narrativa apabullante.
Y sería una lástima que se perdiese en una marea más potente pero no por ello compuesta de mejores olas.

Público


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