CINE: TO THE WONDER de Terence Malick

USA 2013
Ben Affleck. Olga Kurylenko. Rachel McAdams. Javier Bardem

Quiero comenzar diciendo que, si bien me interesa siempre el cine de Malick, a quien considero uno de los mejores creadores audiovisuales actuales ( lejos de entelequias modernistas ensalzadas como Lynch , Greenway o, menos estomagante, Tarantino ) , me cuesta considerar redondas sus películas.
Posiblemente eso se deba a que creo que es tan alto el nivel de riesgo de sus propuestas, que es difícil que alcance al cien por cien sus objetivos. Y es que el director no pone su peso sólo en la textura ( imagen/ sonido ) sino que su apuesta pasa por, a través de ello, conseguir generar sensaciones y sentimientos de extrema pureza.
Desde ese punto de vista, tengo que decir que , si bien puede parecer que en este caso su ambición es menor, también es cierto que To the wonder la percibo como su pieza más compacta y menos irregular de los últimos tiempos.
Pero vamos por partes:
Lo que más me sorprende de la recepción que la película ha tenido entre la crítica, la negativa que ha sido mucha, son las argumentaciones esgrimidas.
Por un lado se habla de empacho de Malick, de autocomplacencia en su tipo de cine, de ejercicio visual casi masturbatorio... lo que me extraña en este caso, es que el estilo visual del director ha podido depurarse, pero no ha cambiado desde sus inicios; conserva su deconstrucción, su poética, su evanescencia, su dispersión y su forma de narrar como si se hiciese desde el recuerdo, mantiene su capacidad y su interés por generar belleza en imágenes de una manera tan continua que puede llegar a resultar extenuante.Su voz en off ( aquí casi la única ), sus miradas, sus encuadres y sus silencios.
Y repito: forma de narrar, porque a pesar de apuesta por la ya citada poesía visual, Malick no se olvida de que lo que hace es contar una historia.
La segunda crítica más repetida, incluso con cierto nivel de inquina, es a su catolicismo militante, como si su director se hubiese convertido recientemente y se dedicase desde entonces a lanzar soflamas. En primer lugar, cualquier autor tiene su derecho a crear sobre lo que considere; en segundo lugar, esa crítica no es más que el fruto de confundir cualquier atisbo de espiritualidad con la religión ( quizás fruto de cierta obsesión ).
Si bien Malick maneja, y como nadie, conceptos universales, no por ello convierte a sus personajes en arquetipos, no son iconos de dicha universalidad sino que lo que nos cuenta es una historia concreta, particular, llena de matices que la singularizan; un hombre con cierta dificultad para la empatía, quizás fruto de un pasado, incapaz de echar anclas, se enamora del amor, cerca de una mujer que viene de lejos; esa historia irregular, llena de altibajos, de inseguridades por ambas partes, se parte en un intento fallido de normalidad recuperando una amistad de antaño. Me llega totalmente el perfil interior de estos personajes, siento su dolor, su pérdida, sus ganas de arribar a tierra firme pero conocedores de su destino cuando ven que esta es sólo barro bajo sus pies.
También comparto, y lo digo sin ningún tipo de rubor, su opinión de que es el amor el sentimiento que más nos acerca a la divinidad, un amor global, capaz de acercarnos a otros seres humanos, pero que precisa del motor de la razón y no puede estar siempre al albur de percibirlo ( coloco aquí las dudas del personaje del sacerdote, a mi entender no totalmente encajado en el guión ). Pero es importante y valiente que el amor del que Malick nos habla está totalmente alejado de cualquier fantasía rosa; es un amor difícil, lleno de esquinas, que nos confunde con sus desviaciones o su silencio. Un amor, en resumen, que responde a la imperfección, a las debilidades que atesoramos los seres humanos.
Quizás lo que el director nos dice es que lo que realmente importa es no abandonar la búsqueda, repetirla aunque nos resulte frustrante cada nueva caída.
Y el premio, la belleza, la que podemos percibir en el mundo si abrimos bien los ojos y somos capaces de mirar, la que también Malick nos regala en sus casi dos horas de película.

Público


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