NOVELA: SOLARIS de Stanislaw Lem

Impedimenta
296 páginas

Solaris se publicó por primera vez, según leo, en 1961.
Inmediatamente se convirtió en un clásico.
Lo entiendo.
También es cierto que, siendo una novela que genera foros de opinión y encendidos debates sobre su significado, existen muchos que la consideran, en el mejor de los casos, inaccesible, y en el peor, un peñazo.
También lo puedo comprender.
Un clásico perdura, entre otras cosas, porque crea escuela.
Si pensamos en la ciencia ficción que hemos conocido desde entonces, encontraremos múltiples referencias que tienen sin duda su origen en esta novela.
Está aquí el cosmos como escenario de terror que posteriormente explotarán , entre otras, la saga de Alien.
Pero también surge de sus páginas la historia de amor que coronaba Blade Runner o su concepto de replicante como un ser humano que realmente no lo es, aunque ya lo se: la base literaria de esta película de Ridley Scott es otra.
Solaris contiene narrativamente muchas cosas, una historia de amor y otra de misterio, pocos personajes pero muy bien definidos, una nítida introspección psicológica  y una argumento inteligente y muy bien planteado, sobre una totalmente fascinante base conceptual.
Pero no es sólo eso. O quizás la elección de su autor sea envolver la novela en algo diferente. Y es aquí donde pueden venir las pegas de muchos lectores:
Solaris se plantea como una novela plagada de datos científicos, no sé si reales o no, que en algunos párrafos pueden llegar a resultar extenuantes , tal vez como soporte de lo que se cuenta, porque hay que reconocer que consiguen transmitir un poso de realidad que aleja su textura de las obras a las que este género nos tiene acostumbrados.
Pero además, como un doble salto mortal, a medida que avanzamos , nos damos cuenta de que esta historia sobre el gran océano en el planeta de los dos soles, plantea muchas dudas, muchas preguntas, y podría ser perfectamente generadora de debates desde el ámbito filosófico.
Solaris es, definitivamente, una obra incómoda.
No es fácil acercarse a la ciencia ficción como quien se acerca, por ejemplo, a una novela de Dostoveski, y posiblemente ese error se produzca en ocasiones.
Personalmente tengo que reconocer que recibí con cierto cansancio las explicaciones científicas que, a medida que avanzaba la narración, me parecía que la  ralentizaban , pero la historia me resulta, ya lo he dicho antes, totalmente fascinante, tanto en  lo que se refiere a la historia de amor entre el protagonista principal y su fantasma, como en el terror casi gótico que parecen producir los pasillos de la estación.
También me motivan los interrogantes que plantea.
Posiblemente Solaris no admita una lectura ligera limitada a la anécdota, le sobra densidad para ello. Si también existiese una versión digest, el éxito sería doble.
Es gracioso, tengo la extraña sensación de que Solaris , la novela, es como el planeta, un ente con vida independiente.

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