OPERA: LA TRAVIATTA de Giuseppe Verdi


Director musical- Pietro Rizzo
Directora de Escena- Susana Gómez
Intérpretes-
Desiree Rancatore. José Bros. Angel Odena.
Coproducción Festival de San Lorenzo de El Escorial, Quincena Musical Donostiarra y Opera de Oviedo.

Cuando alguien se enfrenta a la maravillosa música de La Traviatta, es necesario que sea consciente que esta es una de esas óperas casi patrimonio de la humanidad y que, consecuentemente, es difícil que algún miembro del público no tenga la suya propia, y, si es aficionado al género, no conozca varias.
Por otro lado, me resulta muy interesante que una directora de escena como Susana Gómez, joven y capaz de buscar nuevas propuestas netamente teatrales ( hay un Pinter suyo en La Casa de la Portera ), dedique sus esfuerzos creativos a este género; esto ofrece las mejores perspectivas de renovación, impidiendo el peligro de que la ópera se convierta en algo meramente arqueológico.
Acudo por lo tanto a ver y a escuchar los amores de Violetta y Armando con el mayor interés.
Y recibo una propuesta hermosa, brillante, muy conseguida desde el punto de vista estético aunque posiblemente no del todo redonda desde el conceptual.
Susana Gómez deja muy claro en el programa de mano cual es el camino elegido: por un lado, traslada la acción a la España de los años 40, por otro, hace especial hincapie en la tristeza de la meretriz, enviadada pero repudiada a un tiempo, marioneta de un paisaje tan superficial como hedonista.
Sin embargo, los pocos elementos escenográficos, nos enfocan más hacia la abstracción, máxime cuando el escenario está envuelto en paredes brillantes de cristal que a veces son ventanas y otras espejos, pero consiguen siempre un aspecto magnético, como un pequeño joyero.
Asimismo, su directora habla también de esa mujer observada, como un insecto disecado,algo que se presiente, pero que no se expresa con claridad y que, en mi opinión, más que a un juicio moral, remite a lo que me parece la esencia de la propuesta: su caracter de representación. Desde que los espejos del fondo del escenario reflejan a orquesta y público, tengo la sensación de que estoy siendo invitado a un hecho teatral ( ningún atisbo negativo en este comentario ), y como una buena creadora de escena, Susana Gómez , a partir de ahí y con los elementos que cuenta, consigue momentos teatralmente excelentes.
La expresión más potente se consigue en las escenas de los bailes, donde el brillo es adorno adecuado, el reflejo de las paredes otorga un volumen multiplicador y las arriesgadas coreografías del coro trasladan una inquietud extraña; por contraste, las partes menos conseguidas o que aportan un menor valor diferenciador al conjunto, son las más narrativas, en especial el segundo acto.
Creo que, desde la evocadora obertura ( que bella composición visual aquí ) todas las representaciones de La Traviatta han coqueteado con la perspectiva del sueño, del recuerdo; aquí también parece darse ese paso,y de nuevo tengo que decir que no me parece completo.
Tras la representación he estado con varios asistentes y todos coinciden en que el espectáculo es una preciosidad; tal vez por el camino se quedan ideas que no terminan de cuajar en su traslación o quizás yo olvide que gran parte de la exigencia a una ópera debe de ser más epidérmica.
En cualquier caso, quiero dejar claro que no tengo la sensación de que Susana Gómez haya fallado sino que ha conseguido una representación vistosa, original, respetuosa, hermosa en resumen para acompañar a su delicada partitura. Pero, un pero, yo sé ( que vanidad, dejémoslo en quiero saber ) que si teatralmente hubiese pulido un poco más su propuesta, esta  Traviatta habría sido también inolvidable desde el punto de vista dramático.

Público.

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