NOVELA: EL NOMBRE DEL VIENTO de Patrick Rothfuss

Plaza y Janés
850 páginas
También disponible en ebook

Creo que, al margen de la consagración de la literatura fantástica, si tuviese que buscar otro gran merito en Tolkien sería el de su nivel narrativo.
Contar una historia, o mejor dicho historias.
Suena básico, debería de ser la idea de todo relato, pero me refiero a ese magma en el que nos empapamos en cuanto nos dejamos empujar por el autor, para recorrer de su mando un mundo singular.
Tiene algo que ver con nuestra infancia, con nuestras primeras lecturas. Y si bien es cierto que es difícil recobrar ese sentimiento de sorpresa, no lo es recobrar la pasión con la que pasamos la página.
Es algo que me encanta, algo que necesito de vez en cuando.
En el camino me he encontrado a veces gatos en lugar de liebres ( aun recuerdo las Crónicas de Dragonlance en las que no pasé de la página treinta ), y por eso tengo cierta precaución. Pero cuando me decido por libros con El Nombre del Viento, es buscando esa aventura.
Y en este caso, tengo que decir que esa aventura está.
Patrick Rothfuss es un gran narrador, un gran contador de historias, y consigue que entremos en esta propuesta épica, que busquemos lo que busca Kove, que le sigamos en su odisea y soñemos a su lado con el conocimiento y la venganza. Estructura a la perfección los diferentes episodios que integran el tapiz. Integra con fluidez la narración propiamente dicha con unos diálogos siempre creibles. En general por lo tanto, cumple esta función y gracias a esta novela he pasado muchas horas estupendas en los últimos diez días.
De todas maneras, no sería justo quedarme con esto y no comentar otros aspectos en los que creo que no es redonda y no está ( aun ) el autor a la altura de los maestros del género:
En primer lugar, le falta ser capaz de crear un mundo; está lejos la complejidad de la Tierra Media, aquí  los hechos se van sucediendo y parece que se van colocando en el escenario que más le conviene en cada momento. Por un lado, el conjunto no se integra en un todo, pero además se produce una situación de contraste que no es positiva; si el libro comienza referenciando una Edad Antigua, con fondo medieval, en el grueso de la narración, el tiempo de la Universidad, es como si hubiesemos saltado a un internado inglés; parece que El Señor de los Anillos muta en Harry Potter.
Y ese es otro de los temas a tener en cuenta, en ocasiones las referencias son demasiado obvias.
Además, si bien me parece asumible que una serie, deje líneas abiertas, es igual de cierto que debe de cerrarse alguna. En el caso de El Nombre del Viento, verdaderamente hay un final que parece corresponder sólo a necesidades editoriales, algo que nunca me ha parecido muy honesto.
Pero me gustaría resaltar lo que he dicho en los primeros  párrafos: la novela tiene mucho de positivo, nada menos que quitarnos algunos años de encima, y eso es mucho.
Quizás yo ya esté muy maleado y no haya conseguido quitarme los suficientes para limitarme a disfrutar. A veces crecer no es tan divertido.

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