CINE: EL CHICO DEL MILLON DE DOLARES de Craig Gillespie

USA 2014
Jon Hamm. Bill Paxton. Alan Arkin

El cine familiar ha perdido su denominación de origen: ya no es familiar por temática sino porque pueda ir a verlo un número importante de miembros de la familia, y teniendo en cuenta el cambio en los intereses de nuestros hijos, está plagado de historias que, posiblemente, no sean las más idóneas para ciertas edades.
Comprendo que también a nosotros nos hacían leer en el colegio El señor de las moscas, pero era un caso, también, y sobre todo, estaban otras propuestas como los Cinco y los Siete Secretos.
Vale. Quizás estoy sonando a abuelo  ( no lo soy ).
En cualquier caso, yo muchas veces hecho de menos, dejando a un lado el cine de animación, el producto Disney de toda la vida.
Me refiero a esas historias de personas que ostentaban valores reconocibles y fáciles de entender, que por supuesto se equivocaban pero terminaban buscando lo mejor, esas películas que nos emocionaban y nos divertían, llorar y reir.
El chico del millón de dólares es una vuelta a todo eso.
Habla de un hombre emprendedor que, para salir adelante, decide poner en marcha un concurso que será una especie de búsqueda de talentos para el beisbol en la India. Las cosas no siempre salen como uno lo espera y no tardará en tener que elegir entre humanidad y negocios. Los contrastes culturales de dos chicos indues del entorno rural, aderezan la historia con divertidas anécdotas. Y por supuesto, como tiene que ser, la historia termina bien y con moraleja.
Llamadme ñoño si quereis, pero yo lo he disfrutado de principio a fin, y como la cinta carece de complejos y asume su condición, yo tampoco los he tenido a la hora de emocionarme.
Me he creído lo que me cuentan y, más importante , he decidido creérmelo.
También me he reído, sin tener en cuenta si alguno de los chistes eran políticamente correctos, pero lo importante es que, dado que hay cariño para todos sus personajes, cualquier broma es sólo eso, una broma, y de la película nadie sale ridiculizado sino todo lo contrario.
La coda final, recordándonos que es una historia real y presentándonos a sus verdaderos protagonistas, añade el valor del sueño imposible alcanzable, y este es el mejor mensaje que cualquier obra puede transmitir.
Es, repito, un producto Disney de toda la vida, y ¿a quien le amarga un dulce?.
Posiblemente , el hecho de que el béisbol sea su base , va a jugar en su contra de cara a su éxito entre el público europeo, lo que será una pena . Si desde aquí puedo convencer a alguien para que no se la pierda, seguro que me lo agradece.

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