CINE: LOREAK ( FLORES ) de Jose Mari Goenaga y Jon Garaño

España 2014
Nagore Aranburu. Itziar Ituño. Itziar Aizpuru. Ane Gabarain. Josean Bengoetxea

A veces la crítica me confunde.
Leyendo las referencias de Loreak desde su estreno en el Festival de Cine de San Sebastián, tenía la sensación de que iba a encontrarme ante una de esas historias mínimas que tienen en la sencillez su característica más destacada; me gustan ese tipo de propuestas, pero también reconozco que suelen estar marcadas por sus propias limitaciones, una de ellas la ambición.
Esto no es exactamente lo que me encuentro con Loreak.
Sí es cierto que se trata de una historia ( o un cruce de historias ) de gente corriente, y también que evita cualquier exceso melodrámatico, basando su desarrollo mucho más en lo que se calla que en lo que se dice.
También puede servir de identificación con ese modelo citado ( para mi, repito, erroneamente ) el uso de actores que, aunque profesionales, son desconocidos para el gran público, con lo que aumenta la sensación de autenticidad.
Pero en mi opinión, aquí terminan las similitudes:
Loreak es una película sin duda muy ambiciosa.
Cuenta con un guión original que combina hechos conocidos  en una estructura que cruza la vida de tres mujeres diferentes en un momento determinado de sus vidas, y es un guión trabajado, con la dosis necesaria de artificio, capaz de guiar la historia con rigor y ritmo, creando los momentos de tensión necesarios, e incluso generando un tono de thriller.
Pero sobre todo, Loreak es una propuesta sofisticada desde el punto de vista visual, con una excelente caligrafía, la capacidad para crear imágenes sugerentes que sirvan de apoyo para la narración y, sobre todo, de una belleza que no suena en ningún momento a artificiosa.
El resultado es, digámoslo ya, una película excelente, una propuesta original que, sin duda bebe del cine independiiente de bajo presupuesto pero es capaz de avanzar a modelos de producción mucho más elaborados. Por decirlo más claramente, es un cine capaz de tomarse su tiempo para observar cada mirada, pero sin entender que exista una contradicción entre la captación de la sinceridad y el oficio cinematográfico.
La historia que nos cuentan no trata sólo de flores, pero las utiliza para hablarnos del recuerdo y del olvido, de la memoria y su verdad o su artificio, de la necesidad que tenemos los seres humanos de encontrar donde  sea asideros, de la vida como un devenir en el que todo cambia con el tiempo o casi todo... Y lo hace, ya lo he dicho, con maestría, con serenidad, con belleza e inteligencia, pero también y sobre todo con una extrema delicadeza.
Salgo de Loreak maravillado por haber disfrutado de sus cien minutos, que han conseguido emocionarme y sorprenderme. Pero también por que no esté convirtiendose en una de las películas de la temporada, en un año donde el cine español está que se sale. Sería bueno que los Goya le diesen un empujón, por el bien de muchos espectadores.

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