NOVELA: LA FIESTA DE LA INSIGNIFICANCIA de Milan Kundera

Tusquets
137 páginas

Kundera es un autor que gozó de mucho reconocimiento y éxito en nuestro país.
Creo que su "popularización" le llegó a través sobre todo de La insoportable libertad del ser.
Personalmente, La inmortalidad me parece de las novelas más valiosas de las últimas décadas.
Estas dos eran obras con volumen y un contenido en el que su estudio sobre la condición humana, se integraba en un momento muy determinado de una Europa sumida en una vorágine de cambios. De todas maneras, nunca dejó de lado, ni siquiera en estas, su sentido del humor.
Además de estas obras había otras, menores sólo en extensión, en las que quizás era más obvia esa levedad que no sólo acompañaba uno de sus títulos sino que también empapaba su buena prosa.
Luego dejó de escribir ficción.
Y nos quedamos un poquito huérfanos y desconcertados por su ausencia.
Ha vuelto.
Nos regala en 2014 una pieza de cámara, posiblemente más jocosa que cualquiera de los anteriores, de lectura rápida. Hay unos amigos, está la Historia representada en Stalin, los recuerdos que componen el magma de cualquier ser humano, los pensamientos inútiles que nos ocupan la mayor parte del tiempo, la volatilidad, la libertad que un autor presente tiene para escribir y construir su narración como le apetezca,... en fin, muchas cosas "serias" y, sin embargo, es sorprendente y totalmente encantador el tono ligero, casi de vals , que Kundera consigue imponer en estas páginas.
Pero estaríamos ciegos si nos limitásemos a ver  La fiesta de la insignificancia como un epílogo divertido de un maestro. Hay mucho más dentro, y en especial un mensaje que me encanta: la insignificancia existe, la vida está llena de insignificancia, buscar la trascendencia continua es una pérdida de tiempo y una forma de convertir nuestra existencia sólo en carne de museo; seamos capaces de apreciar la levedad, los pequeños detalles que no tienen porqué querer decir nada, esa pluma que vuela...
No sólo es un gran escritor. Es un sabio porque sabe mirar con ojos sencillos.
El cierre de esta nota es fácil: que no nos haga esperar otros diez o doce años.

Público

Comentarios