CINE: MAPS TO THE STARS de David Cronenberg

USA/ Canadá 2014
Mia Wasikowska. Julianne Moore. Jonh Cusack. Robert Pattinson. Olivia Williams. Evan Bird

Cuando se presentó en Cannes esta película, Cronenberg consiguió causar cierto revuelo ( algo que no es nuevo para este director ) por la crudeza de su visión de la meca del cine, como si estuviese actuando como una especie de Caballo de Troya a la hora de contar las intimidades de su tribu.
En cualquier caso, parecía poco probable que alguien como Cronenberg pretendiese una especie de actualización de El Crepúsculo de los Dioses. Si bien en los últimos tiempos nos ha sorprendido con alguna propuesta más académica ( y exceléntemente resuelta) como Un Método Peligroso, lo habitual es que sus películas nunca se parezcan a otras, por mucho que usen los mismos materiales, y este caso, es una muestra ejemplar de esta afirmación.
Efectivamente el paisaje de Maps to the Stars es ese Hollywood afilado, henchido de ansiedad y ambición, de paraísos artificiales conseguidos a base de culto a la belleza, sustanciar artificiales y sexo triste, fácil y epidérmico, en definitiva,  un parque temático de sensaciones inmediatas que parecen conseguir alejar el pensamiento de la función de reflexión . Aunque expuesto con mayor crueldad, nada nos suena demasiado nuevo; los personajes son también conocidos: la actriz en decadencia en modelo desesperado, el muchacho sin adolescencia, los padres manipuladores... Pero, lo dicho, esos son los materiales.
El guionista ( creo que sobre una novela propia, basada en parte en experiencias personales ) compone una estructura de thriller que, estoy seguro, si consiguió atraer al director, fue por su punto perverso, más cercano a un cuento muy muy oscuro que al puro género negro. Un magma de secretos escondidos, de pasados pecados que, como leí en una novela de no recuerdo quien "siempre arrastran largas sombras".
Y con todo esto, Cronenberg, el singular, el que se atrevió con una cinta tan arriesgada y tan genial como Cosmópolis, decide, destilando toda la crudeza de los monstruos que le regalan como personajes, crear una especie de gótico americano, de historia de fantasmas que acuden para ajustar cuentas y para jugar con los vivos, con una poema que funciona como una especie de conjuro a través de las diferentes historias cruzadas y referencias ambiguas que saltan de una a otra escena, en un conjunto de comportamientos que en muchos casos hacen dudar de la cordura y en otros apuntan a la locura absoluta..
Pero hay algo más, una apuesta más radical, porque en el final de esta tragedia ( que lo es ), Cronenberg decide sellar un anacrónico y atrevido cromo de amor; no es que piense que estos dos  muchachos no sean , como el resto, unos monstruos, sino que posiblemente le parecen más dignos de piedad. Esa extraña libertad que parecían buscar y que terriblemente obtienen , no se las niega.
Un último apunte dedicado a Julianne Moore; hace ya años que, en Vania en la Calle 42, me pareció una Elena hermosa y sensible, desde entonces se ha convertido en una de las actrices más solventes del panorama actual. Hay que ser muy valiente para atreverse con un papel tan brutal y tan expuesto como este. Eso sólo lo hacen las grandes. Y solo las grandes son capaces de una creación tan perfecta.
Me doy cuenta que he escrito un buen rato sobre Maps to the Stars y no he dicho lo que me parece, pues bien, me ha gustado mucho, me parece singular, magnética, con el amor de Cronenberg por el retrato de la deformidad y un ritmo que consigue que desde el extrañamiento inicial nos vayamos envolviendo en el drama. Terrible y magnífica.

Público  

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