TEATRO: LOS HERMANOS KARAMAZOV de Fiodor Dostoievski

Dirección.- Gerardo Vera
Versión.- José Luis Collado
Intérpretes.- Juan Echanove. Oscar de la Fuente. Fernando Gil. Ferrán Vilajosana. Markos Marín, Lucía Quintana. Marta Poveda. Antonio Medina. Antonia Paso. Chema Ruiz. Eugenio Villota. Abel Viton

Proyecto titánico: llevar al teatro una de las más grandes novelas de la literatura universal, de las más complejas , más de mil páginas de narración y de introspección psicológica. Una tarea que sólo se puede afrontar hoy día desde un teatro público. Un reto a aplaudir.
Y empecemos por el final: dentro de su dificultad , un reto que se salva en positivo.
Partamos del nivel narrativo: la versión que se ofrece del texto, es capaz de concentrar y hacer surgir con fluidez la terrible tragedia de esta estirpe maldita , que es la de una humanidad vista con la crudeza de quien tiene la valentía de afrontar sus peores pecados sin cerrar los ojos, asumiendo que sólo la compasión podrá salvarla del abismo.
Seguimos durante más de tres horas la historia de ese padre terrible, lascivo, avaro y cruel , que ha engendrado cuatro hijos , cada uno de ellos representando una forma de vivir siempre desde la desesperación y la previa derrota, siempre desde el sufrimiento en carne viva. Asistimos horrorizados a sus relaciones , a esos momentos en que la sangre se convierte en veneno y el amor está compuesto de odio.
También a esas mujeres que se ven atrapadas y forman parte de esa mugrienta tela de araña , que buscan en el fondo, como todos ellos, entender el significado de existir , y tomar partido por creer o dudar o negar el hecho de que todo termine aquí y nada de lo que ocurra tenga sentido.
Son más de tres horas de texto concentrado , y el mayor logro para mi es que durante todo ese tiempo, en ningún momento tuve la sensación de pesadez , estando enganchado yo también en el drama. Vi a algunos espectadores huir durante el pequeño descanso, pero fueron pocos y al regreso la sala seguía prácticamente llena.
Con respecto al montaje, no se puede olvidar que Gerardo Vera, antes de director fue escenógrafo, y eso está generalmente presente en todas sus producciones. La propuesta, sin ningún exceso, incluso austera, es de una gran belleza , gracias a unos paneles que encierran a los personajes y donde las ventanas al exterior cobran una importancia gótica , y sobre todo a una iluminación maravillosa, capaz de trasladar tanto el escenario como el interior de sus personajes.
Algunos pequeños efectos visuales y sonoros acompañan y puntean el desarrollo. Interesantes, algunos más adecuado que otros.
Como decía al inicio, el proyecto es titánico. Y muy difícil.
Personalmente encuentro algunos lastres para hablar de una propuesta redonda ( que se queda, eso sí, en grande):
Por un lado, la densidad de lo que ocurre ante nuestros ojos , es complejo mantenerla en tan largo espacio de tiempo.
Veo por ello cierto desequilibrio entre la primera parte , que me parece globalmente excelente , y la segunda donde me fallan algunas cosas.
Creo que no termina de estar conseguida la acción en lo que se refiere al final de la tragedia del padre en la casa familiar; las escenas que componen este módulo, hasta el crimen, no están bien encajadas, no consiguen un conjunto homogéneo; hay un momento en que el trajín de entradas y salidas tiene base de vodevil.
Personalmente no me gusta la resolución de la parte del hotel y la orgía, que creo rompe incluso el tono.
También echo de menos que la intensidad general no vaya en crecimiento sino que descienda ligeramente hasta llegar a una escena como la del juicio a la que en mi opinión le falta la grandeza que sí está en muchos otros tramos.
Esto último puede tener algo que ver con la interpretación . Siempre es correcta, eficaz, pero tal vez sólo en Juan Echanove ( actor que siempre he considerado excesivo y ante el que aquí tengo que quitarme el sombrero ) genera una creación tan potente que se nota su ausencia. El resto es homogéneo, adecuado, entregado, pero no sé si en el tramo final presiento cierto cansancio.
Repito de todos modos , es prácticamente imposible pensar en un proyecto de esta envergadura y complejidad sin fisuras. Y es mucho más lo bueno que lo negativo.
Los hermanos Karamazov queda como una epopeya teatral, una muestra de lo que se puede ofrecer cuando, en tiempos de recorte, alguien decide afrontar una aventura que entregará al público más de tres horas de arte.
Enhorabuena a todos los que lo hacen posible, por su atrevimiento y por el resultado.

Público

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