NOVELA: PARIS AUSTERLITZ de Rafael Chirbes

Anagrama
160 páginas
También disponible en ebook

Me viene a la memoria, por ejemplo, Eugene O'Neill y su Largo viaje hacia la noche; era una obra tan personal que prohibió que se representase hasta después de su muerte. Viendo las toneladas de corazón que la componían, parece comprensible pensar lo que podía suponer para cualquiera enfrentarse a ello en vida.
No sé si es este el caso de esta breve pieza de Chirbes o la situación se ha debido al destino.
De todos modos, en este caso tampoco me parece fácil enfrentarse a lo que cuenta, y no me refiero sólo ni mucho menos a que la homosexualidad, sino a su propia personificación , entiendo que como protagonista del relato.
Otro factor a tener en cuenta es que, según he leído, el escritor estuvo durante veinte años trabajando en esta obra. Eso no se justifica en su brevedad, sino, seguramente,  en la necesidad de encontrar la forma adecuada de abrir el alma, buscar una perspectiva, saber donde estaban los límites.... Tengo la sensación de que finalmente optó por la verdad , transparente, dura.
Aquel que nos sorprendió con dos novelas complejas, intensas y demoledoras sobre la crisis, como fueron Crematorio y En la orilla, se vuelve en estos momentos a su interior para contar una historia que, no sé porqué, decidimos y sabemos que es personal. Elige para ello quitarse la protección, entregarse de forma abierta, humilde, cruel consigo mismo.
Percibo el resultado, no como, o además de, una novela, como una confesión y más que una confesión una penitencia. También un homenaje.
Chirles no se ahorra ninguna arista. Desde la sinceridad, cuenta una historia de amor fracasado entre un señorito jugando a libertario y un obrero de un romanticismo extremo y canalla, trasunto de los personajes de un Genet con corazón. Va destilando lo que no deja de ser una traición y que finalmente, en un nivel de autoinmolación absoluta, termina con una muerte solitaria. En el camino hay apuntes de una y de muchas historias, pero sobre todo, hay una ausencia absoluta de justificación.
No sé lo que he sentido con estas páginas.
Me cuesta también imaginar lo que ha sentido el autor al escribirlas. Dolor, seguro. No sé si también cierto descanso.
Lo he leído tal vez demasiado rápido para paladear su lectura con lo que lo estoy haciendo con su recuerdo.
Y sobre todo, valoro la valentía.
Quizás Chirbes , sí, como decía antes, descansó al decidirse a entregarla. Seguramente su homenaje a la generosidad de su amante al que en vida le dio poco más que el abandono, y en ningún caso lo que el otro habría necesitado.
Yo pienso que siempre hay lugar para el perdón. Aunque no se pida. Él lo pide.
Al margen de lo escrito anteriormente , y que se refiere al alma del relato, citar la descripción tan precisa y tan alejada de lo habitual, de un París oscuro, que se aleja de la Ciudad de la Luz para convertirse en un paisaje donde la libertad se ha convertido en desesperanza, porque no es cierta, y la sordidez ha opacado los colores. Un paisaje en cuya descripción , un gran escritor consigue fusionar al ser humano con el entorno, y convertir su oscuridad en el gris de las paredes.

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