TEATRO: EL PERRO DEL HORTELANO de Lope de Vega

Director.- Helena Pimenta
Intérpretes.-
Marta Poveda. Rafa Castellón. Joaquín Notario. Álvaro de Juan. Óscar Zafra. Nuria Gallardo.  Alba Enriquez. Natalia Huarte. Paco Rojas. Egoitz Sánchez. Pedro Almagro. Alfredo Noval. Alberto Ferrero. Fernando Conde.

Cuando Adolfo Marsillach fundó la Compañía Nacional de Teatro Clásico, su objetivo fundamental era poner en su lugar nuestro teatro del Siglo de Oro y acercarlo a la mayor cantidad de público posible.
En su etapa, sin duda se cumplió ese objetivo. Se consiguió la sorprendente situación de que piezas de Lope de Vega y Calderón, colgasen el  "no hay entradas" y las butacas estuviesen ocupadas en su mayoría por gente joven.
Luego hubo épocas mejores o mejores, algunas con cierta dispersión, pero la base estaba lograda.
Ahora Helena Pimenta recupera la necesidad de crear un proyecto homogéneo, que no se limite a una colección más o menos afortunadas de producciones.
El resultado está recuperando las cotas de aceptación de los mejores tiempos.
Esta representación de El perro del hortelano, es un claro ejemplo del excelente camino de nuevo encontrado, y también ejemplar en lo que se refiere a la definición sobre cual debe de ser la aportación del teatro público.
Esta comedia lopesca es de las más conocidas, amplificada por la versión cinematográfica.
Reúne, sin duda,  las mejores características de su autor:
El verso hermoso, limpio e inteligente. Música en palabras.
La trama ligera, divertida, que la acerca a cualquier screwball de la época dorada de Hollywood.
Y su profundidad escondida, que utiliza el humor aparente para transmitirnos las injusticias y las contradicciones de una sociedad basada en el honor y en el nacimiento.
Lope de Vega da para muchos análisis, para muchos estudios en los que otros han entrado, con mucha más capacidad que yo, que poco podré aportar.
Sí puedo hablar de esta producción.
Para empezar la versión es ideal, ágil, perfectamente enlazadas todas sus piezas y con un ritmo que permite encajar en lo más festivo, los soliloquios cargados de poesía.
Con esto, Pimenta opta como siempre por una realización muy pegada a la actualidad en sus movimientos, su gestualidad, sus guiños. Coordina un movimiento casi coreográfico y, con muy pocos elementos, le proporciona un contenido que llena el escenario sin cargarlo en ningún momento. La aportación de ese amor ciego, es fantástica y alcanza un nivel onírico que casa a la perfección con la propuesta.
Los recursos ( y aquí lo ligo con lo que comente al inicio sobre el teatro público ) son amplios, y lo importante es que están perfectamente utilizados.
No hay ninguna ostentación, sino elegancia. Un decorado arquitectónico y sugerente, un maravilloso vestuario, unas hermosas acotaciones musicales y una iluminación llena de sensibilidad.
El resultado es un ejemplo sobre como se deben de tratar a los clásicos, demostrando que se pueden acercar y ofrecer a un público mayoritario, sin la necesidad de caer en la trampa de actualizarlo o de buscar nuevos paisajes para , mediante el anacronismo y mediante la provocación, conseguir por lo menos llamar la atención.
Es además gozoso sin necesidad de concesiones.
Supone una absoluta satisfacción ver el teatro lleno, escuchar las risa y los aplausos de la gente en pie al finalizar.
Mucho tiene que ver la sensación festiva de todo el reparto. Liderados por una excelente Marta Poveda, un solvente Rafa Castejón y un grande ( siempre ) Joaquín Notario, todos cumplen con creces en el compromiso de compartir con nosotros lo que ellos parecen divertirse.
Lo dicho, yo me lo he pasado estupendamente.
Y Adolfo Marsillach puede descasar tranquilo después de algunos años de duda. Ha llegado alguien con disposición y capacidad para renovar su legado.
Bienvenida sea.

Público

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