CINE: BABY DRIVER de Edward Wright

USA 2017
Ansel Elgort. Lily James. Jamie Foxx. Jon Hamm. Kevin Spacey. Elza Gonzalez. Jon Bernyhal. Ben VanderMey.

Generalmente se usa el término "americanada" para definir un tipo de película adscrita en fondo y forma a una forma de hacer del cine de Hollywood vinculado a los grandes estudios.
En justicia, también hablamos de "españolada" pero no de "britanicada", "francesada" o, ¿porque no? "rumaniada" o " polacada".
En todos estos países existen unas características singulares que se reflejan en su arte y consecuentemente en su cine. Pero en ningún caso, se asumen dichas características de forma tan negativa como cuando se refieren al modelo americano.
Lo cierto es que se ha vuelto muy cultural despreciar lo que proviene de allí, especialmente si se hace con mucho dinero. Parece que el talento tiene que ser pobre.
Esta introducción viene al caso porque Baby Driver reúne todas las condiciones para ser considerada una "americanada".
Si una película se ha parecido alguna vez a un videoclip, ha sido esta. Si alguna película ha sido "cool", sin duda, es esta en su primera parte, antes de hacerse más oscura. Si ha habido últimamente alguna capaz de manipular el audiovisual, se lleva el premio; pocas se atreverían a imaginar una lavandería como una galería de arte.
Derrocha dinero.
Su trama peca de poco creíble en no pocas ocasiones.
Y de todo lo dicho anteriormente, sorpresa, no debe de deducirse una crítica negativa.
Porque Baby Driver está muy bien hecha y se convierte en un entretenidísimo producto, novedoso en muchos aspectos desde el punto de vista de su realización.
Baby es un muchacho que cometió un error en su vida y lo está pagando, al servicio de un mafioso. Es un buen chaval fruto de una infancia traumática. Es un conductor furioso y único y totalmente dependiente de la música que siempre le acompaña en sus cascos.
Conocer el amor llega paralelo a las complicaciones derivadas de un nuevo gánster, un demente que Foxx interpreta con magnetismo.
A partir de ahí, todo se precipita y ocurre lo que tenía que ocurrir: la oscuridad.
Wright decide convertir el film en un ejercicio de creación que aporte singularidad a lo que podría ser un noir convencional. Lo hace creando una estética de una artificialidad absoluta y estilizando a los personajes hasta el arquetipo.
Los códigos clásicos del género están aquí y son perfectamente reconocibles, pero se cruzan con otro tipo de cine más en boga.
Baby podría ser casi un superhéroe con poderes y los malos, villanos de Marvel.
El resultado, ya lo he dicho, es entretenidísimo desde el punto de vista narrativo pero también asoma un autor potente.
Entre los aspectos negativos, que a películas que empiezan enganchándonos los ojos de una forma tan directa, le cuesta mantener ese nivel de atención. Aquí se consigue mutar desde el atractivo visual a la tensión narrativa.
Y su para mi principal fallo es que le cuesta terminar.
Más allá de todo eso, Baby Driver es mucho más que cine de verano. Habrá que esperar cuando menos con curiosidad las próximas entregas de su director.

Público

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