NOVELA: DERECHO NATURAL de Ignacio Martínez de Pisón

Seix Barral
420 páginas
También disponible en ebook.

El Padre es por lo general una figura totémica desde el punto de vista literario. Incluso cuando, como en este caso, tiene algo de esperpéntico, su influencia en el desarrollo de una familia, sea mediante presencia o con su ausencia, parece fundamental.
En el prólogo de esta novela, el autor ya nos esboza la primera descripción de un personaje cuando menos peculiar, un buscavidas sin ninguna vergüenza y capacidad infinita de eludir sus responsabilidades. El narrador es su primogénito, aquel que, al margen de estar más o menos afectado que sus hermanos por la incompetencia de sus padres, sí puede dar una visión más global y con más distancia. Desde ahí, no juzga o no todo lo que se podría pensar.  La madre también ocupa un lugar relevante y tampoco su retrato es convencional, pero creo que tanto su comportamiento como su desarrollo es reactivo ante una personalidad más potente.
Derecho Natural no es un ajuste de cuentas ni una novela sobre el rencor. Es un retrato coral de una familia de clase media, capaz de asumir sus propios dramas que, debido a su falta de grandeza, terminan colocándose más cerca de la farsa que de la tragedia. A veces se acercan a esto último, pero siempre sería el drama en zapatillas, lo risible que puede generar en muchos momentos es siempre amarga.
Martínez de Pisón es un narrados excelente, capaz de dibujar sus personajes y situaciones con un gran realismo, el ligero toque de ironía que da la inteligencia y rodearlo ,en caso necesario, del matiz singular que lleva a sus textos a acercarse por momentos al cuento e incluso en algún punto al comic. Así aparecen personajes como el matrimonio de acogida, la temporada infantil de las gemelas o algunos de los perfiles de los propios protagonistas, también la decoración de los diferentes apartamentos que van jalonando el viaje. No por ello evita hablar de temas dolorosos, pero es literatura, nos deja claro, no debemos olvidarlo. Y así lo cuenta.
Su visión de la familia es más real  que demoledora. No hay necesidad de dinamitarla y ningún complejo en reconocer el poder del amor.  Pero sí de reconocerla como un entramado no perfecto y que en ocasiones puede llegar a ser muy dañino. El interior de las personalidades y de sus relaciones, desarrolladas por Martínez de Pisón, es rica, llena de matices, colores, brillos y sombras.
Como en el resto de obras suyas que he leído, esta tiene también un importante valor de crónica. Podría hacerse también una lectura histórica de una España gris que, pasando por la transición, salta hacia la democracia con ilusión, ingenuidad y desenfreno. Una edad que parecía de oro para quienes la habitaban y que permitía mutaciones antes insospechadas, como que una dependienta de zapatos terminase siendo la gerente de una agencia de representación de actores o que un actor ínfimo, con un origen del estrato rural menos desarrollado, llegase al éxito imitando en salas de fiesta del litoral a un cantante ruso. Pero también que una estudiante de periodismo procedente de un pueblo de Cataluña, pudiese morir como una yonqui. Y, como puede atisbarse en la visita del protagonista con su padre al piso de los aristócratas, una época donde los vestigios más negros del pasado reciente no han llegado a desaparecer.
Derecho Natural es otra muestra excelente de la capacidad creadora de su autor, siempre desde la realidad pero con la alquimia necesaria para, gracias a la ficción, convertirla casi en verdadera para quienes tenemos el placer de leerla.
Otra muestra de escritor nacional capaz de afrontar nuestra historia sin complejos ni miedo, sin afán de revancha ni idealizaciones. Con capacidad para establecer responsabilidades y no excusas. Algo importante muy importante en tiempos en los que todo parece cuestionable.


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