CINE: MORIR de Fernando Franco

España 2017
Marian Álvarez. Andrés Gertrudix

Debe de ser muy difícil narrar lo cotidiano con una mirada absolutamente sincera y capaz de no intervenir.
Que complejo que parezca sencillo huir totalmente de las tentaciones del melodrama. Que arriesgado lanzarse a atrapar la verdad.
Fernando Franco sorprendió hace pocos años con La Herida.
Ahora avanza por la misma senda. Con material aun más extremo. Y no ya con la misma coherencia, sino asumiendo una posición más radical.
Está claro que esa búsqueda de Fernando Franco es casi una vocación, la de contar historias destilándolas, eliminando todo lo superfluo. Encontrar la esencia y regalárnosla, si somos lo suficientemente inquietos para alcanzarla.
Luis y Marta son una pareja joven, con un enamoramiento cómplice. No pasan muchos minutos de película hasta que aparece la enfermedad, un proceso que pronto se convertirá en una condena a muerte. La decisión de él de no compartir su estado con nadie más, encierra a la pareja en su propia odisea íntima, una odisea en un presente absoluto, pegado al transcurso del tiempo.
No tienen pasado, tampoco nadie que gire a su alrededor más que muy tangencialmente, y el futuro es algo obviamente incierto.
Podemos quedarnos en la superficie. Si lo hacemos con la mente abierta, podemos dejarnos llevar por la extraña agilidad con la que el director consigue que fluya este final de romance.
Podemos intentar ahondar más.
Cuando es la esencia lo que se queda, podemos elevar a los personajes y otorgarles una dimensión casi mítica, la de una humanidad llevada al límite que nos muestra una capacidad de amar que se torna en entrega y condena, un descenso al abandono de la mano del miedo, la infinidad de esquinas que tiene cualquier relación y que aquí están al límite.
Es un doloroso viaje interior, una aventura íntima sin concesiones. El atrevimiento de ponernos ante nuestros ojos la posibilidad de un espejo que todos querríamos evitar.
La cinta pivota de forma absoluta sobre los dos personajes. Y consecuentemente de sus dos actores principales.
Andrés Gertrudix, a quien conocía poco, está perfecto y recorre el camino del dolor ante nuestros ojos.
Marian Alvarez ya le regaló a Franco en La Herida una interpretación que vale por si sola una película. Aquí lo hace de nuevo. Su interpretación es difícil calificarla como tal porque es difícil creer que no se corresponde con la realidad, tal es la cantidad de matices con los consigue transmitirnos toda la entidad de Marta, cargada de dudas, de voluntad, de errores y de aciertos.
He leído que la taquilla no está respondiendo. Espero que si lo hagan la crítica y los premios y que eso sirva para alargar sus posibilidades. Sin duda puede parecer un cine difícil, sin duda no es agradable contemplar la decadencia. Pero también es cierto que yo no miré el reloj en ningún momento.
Morir es muy buen cine. Amargo, sin concesiones.
Merece la pena sufrir un poco. De verdad.

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