NOVELA: PERROS QUE DUERMEN de Juan Madrid

Alianza Editorial
468 páginas
También disponible en ebook.

Juan Madrid lo he leído de forma irregular.
Creo que es un buen escritor de novela negra que en algunos casos intenta trascender el género, en el ámbito de lo social y la crónica.
Recuerdo algunas de sus páginas con la suciedad propia de muchos clásicos urbanos de esa literatura que habla de las profundidades del ser humano.
Perros que duermen se presenta como su novela más ambiciosa.
Su vocación negra se introduce nada menos que en nuestra Guerra Civil. Creo que, por primera vez, puede decirse que se sumerge en el género histórico.
Comienza la narración con un encuentro imprevisto, presente y pasado se cruzan en una necesidad de saber, de comprender la importancia y el motivo de un extraño legado.
A partir de ahí, nace una historia en tres tiempos, una de ellas bélica, otra romántica y por último, la definitiva, alrededor de la investigación de un horrible crimen.
Pues bien, cuanto antes lo diga antes me lo quito de encima:
Perros que duermen no me gusta nada o me gusta muy muy poco.
Por un lado, veo un desequilibrio grande entre las partes que lo componen. Parece que existe cierto interés en asistir a ciertas descripciones de ambiente aunque estas nos alejen de la línea principal.
La colección larga de personajes no acabase tener entidad, ninguno de ellos, ni positivos ni antagonistas, llega a alcanzar el nivel icónico, la personalidad que es necesaria para sostener las tramas que propone. Otros aparecen y se volatilizan sin llegar a ocupar un espacio. Los más, son claramente guiados por la pluma del autor y no por la coherencia.
No apasiona algo que deberá apasionar. Personalmente pierdo el interés. No me llega a enganchar ninguna de las subtramas, y cuando alguna lo hace, queda rápidamente sepultada por la siguiente.
Pero hay algo peor. Algo que a mi entender descalifica toda la propuesta: hay, ya lo he dicho, un crimen repugnante. Y hay una clara insinuación. Tan repugnante como el propio crimen por improbable.
Finalmente nos damos cuenta.
El problema de Perros que duermen es que no es una novela sino un ajuste de cuentas.
Poca literatura y mucha amargura.
Falta reposo, reflexión.
No seré yo quien niegue que en un guerra tan terrible como la que vivió nuestro país es difícil que los vencidos fuesen tratados con generosidad, no lo fueron, y muy difícil pensar en los años que siguieron.
Puede que sea imposible cerrar la herida para siempre.
Pero estoy seguro de que hay otras maneras de reivindicar el dolor de los antepasados.

Público

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