SERIE : WOLF HALL de Peter Komisky/ Hilary Mantel

UK . 2017-
BBC
Mark Rylance. Damian Lewis. Claire Foy. Jonathan Pryce. Bryan Dick. Alex Heaney. Michael Jams Swan. David Bradley. Richard Dillane. Xavier Laurent. Jonathan Aris. Richard Banks. Joanna Whalley Kilmer
Duración- 6 capítulos de 60’ c.u.

Hilary Mantel nos tiene esperando a la tercera parte de su trilogía sobre Thomas Cromwell. Las dos primeras novelas, Wolf Hall y Una reina sin cabeza, fueron ambas merecedoras del Booker Prize. Son sin duda una muestra excelente de literatura histórica rigurosa y no podían tardar en pasar a imágenes, bien como película bien como serie de televisión.
Lo importante, una vez confirmado el proyecto de la BBC era como serían sus creadores capaces de afrontar la traslación de esa prosa densa, abigarrada, y esa estructura narrativa profunda y compleja.
Un vez más, la forma de conseguirlo ha sido separarse del original para conseguir lo mejor del mismo.
Wolf Hall la serie no intenta contar todos los pormenores que están presentes en las dos novelas. Habría sido una tarea imposible, no sólo por la cantidad de acontecimientos sino también por sus matices. A cambio, el aparente desorden del referente literario, se estructura alrededor de seis tramas, cada una protagonizando un capítulo, que, enlazadas entre ellas, hacen avanzar la narración global. Para encuadrar cada bloque, todos los capítulos se inician con un texto introductorio breve que sitúa a la perfección el entorno y los intereses que confluyen en el mismo.
Pero lo más importante es un guion perfecto y capaz de captar lo esencial para que no se pierda nada de la riqueza que podía contener el libro. Siempre que estemos atentos, es infinito aquello que nos ofrece este producto.
Lo que se respeta por encima de todo es el contenido. Lo que hace especialmente interesantes las novelas de Mantel, no es tanto el trasfondo histórico ya muchas veces revisitado por la ficción, sino su forma de abordarlo, desde un doble análisis: el íntimo y el social.
El íntimo se presenta con un análisis minucioso de los principales personajes, en especial de alguien tan titánico como Cromwell, un hombre de origen humilde y castigado por la vida hasta que logra auparse como uno de los más poderosos de la Inglaterra de su época inteligente, esquivo y en apariencia poco escrupuloso, aunque con un fondo ideológico muy comprometido en lo que se refiere a las reformas de la iglesia.
Ante ese fascinante ser , que es sin duda el motor del interés de la escritora, se presentan también retratos de personajes tan popularizados como Enrique VIII y Ana Bolena, ausentes de cualquier mitificación, recordándonos que la soberbia, la ambición, la codicia o la lujuria, sin otras justificaciones, son motores que en muchas ocasiones han movido el mundo. El abrazo final del monarca a quien ha cumplido sus deseos, es muy elocuente.
Pero con respecto a Cromwell, y para enlazar con la otra visión, es importante recordar que, como nos muestra de forma constante esta narración, nunca consiguió alcanzar el status de noble, a pesar del poder antes citado y de ser posiblemente la persona de la corte que se encontraba más cerca del Rey. Esto nos sitúa en el análisis de una sociedad de clases rígida, estructurada alrededor del nacimiento y tan férrea como las castas hindús. Una pirámide que sin duda generó también una sociedad injusta y rencorosa.
Por lo que se refiere a la producción, a la adecuación británica habitual en estos productos, hay que añadirle una sobriedad casi realista. El director entiende el peso de los personajes y de sus motivaciones y es a ellos a quienes observa de cerca. Por eso es tan importante conseguir una interpretación como la del shakespiriano Rylance, capaz de poner todo en una mirada. Sorprende también, por no haberlo pensado antes, el parecido de Lewis con la imagen icónica de Enrique VIII. Foy es de nuevo reina y de nuevo está perfecta. Veteranos como Pryce sólo podían sumar al conjunto.
Sé que también se ha convertido Wolf Hall en obra de teatro, algo que me parece todavía más difícil. Me encantaría poder verla.
Mientras alguien se decide por proyectarla o traerla a España o tengo la oportunidad de volver a Londres, me contentaré con haber disfrutado de esta excelente serie de televisión, capaz de demostrar los buenos productos que se pueden hacer de buenas novelas, sin que las dos fuentes entren en colisión.
Y por supuesto, a esperar la tercera parte de la trilogía de Mantel, algo que espero, no se haga esperar demasiado.

Público

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