CINE: EL SACRIFICIO DE UN CIERVO SAGRADO de Yorgo Lanthimos

UK. 2017
Colin Farrell. Nicole Kidman. Barry Keoghan. Raffey Cassidy. Sunny Suljic. Alicia Silverstone. Bill Camp. Denise Dal Vera. Jerry Pope

A pesar de que en esta ocasión trabaje bajo bandera británica, parece que el origen griego de su director hace que se piense en la mitología clásica como referencia argumental.
Es cierto que existen muchas historias clásicas, y no sólo Iphigenia, que remiten al sacrificio del inocente como forma de justicia por los pecados ajenos, generalmente de su progenitor, pero esta iconografía no es privativa de la mitología griega ni mucho menos. También la Biblia y estoy seguro que muchos otros libros sagrados, integran en el núcleo familiar las mayores tragedias y los más grandes pecados.
No cabe duda de la potencia de generar un conflicto en el lugar e institución donde en principio debemos de sentirnos más protegidos.
El sacrificio de un ciervo sagrado, comienza con el retrato de una familia modélica cruzada por una relación extraña que tardamos en comprender, el padre, un médico reputado, se ve en secreto con un muchacho con acné al que en un momento dado decide acercar a los suyos.
A partir de ahí, asistimos a un descenso a los infiernos, una pesadilla brutal.
Es cierto que la cinta tiene mucho de mito. Pero sobre todo tiene mucho de Lanthimos.
Desde que este director sorprendió con Canino, aquella fábula cruel, donde se atrevía a fusionar cotidaneidad y absurdo, hasta alcanzar la perfección narrativa en forma de parábola con Langosta, sabemos varias cosas de él:
Por un lado que no tiene límites ni miedos.
En segundo lugar que su caligrafía es potente, plástica, intrusiva.
Y el tercero, que necesita enfrentar al espectador con aquello que quiere mostrarle, sin importarle el nivel de crueldad necesario.
Aquí, utiliza el mito para hablarnos una vez más de su escepticismo sobre lo que se supone que son los cimientos de nuestra sociedad, sobre su extrema fragilidad, y para ello no duda en dinamitarlos de una forma frontal.
Hay un núcleo central, alrededor de la sinceridad del amor, de la profundidad de las relaciones, del andamiaje de una familia, pero a su lado asoman muchas otras mediocridades. Lo que al principio nos aterra es la amenaza exterior, lo que nos aterra más adelante es el comportamiento de los miembros del clan, el interior. Más allá de las durísimas imágenes de los niños arrastrándose, lo que llega a ser repugnante son las diferentes estrategias de cada uno para conservar la vida, para ser el elegido, a cualquier precio.
Pero aun hay más, las coda de la tragedia posiblemente sea la facilidad con la que se restaura el equilibrio una vez que desaparece la amenaza, lo rápido que desaparece la memoria de las víctimas. Al final todo consistía en miedo.
Lanthimos nos cuenta esta historia con estridencia, en el movimiento de la cámara que parece obligarnos a seguirla y a tener extraños puntos de vista, sobre todo en la música invasiva, también en la propia amenaza que llega desde ninguna parte y sin ninguna explicación ( Lanthimos nunca da explicaciones sobre sus decisiones dramáticas ).
Esa actitud, ese brillo, esa epidérmia, puede causar rechazo en muchos espectadores. Otros aunque no lo quieran, se sentirán repelidos por sus imágenes.
Asumir las virtudes de El sacrificio de un ciervo sagrado tiene mucho de decisión.
Yo decido asumirlas. Una obra singular, potente, impactante.
Pieza única. Peligrosa, arriesgada, lograda.

Público

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